content2-2 minutes 11/27/2024
Pelin se sentaba en silencio junto a la ventana, mirando cómo el atardecer teñía de rojo el cielo. Los consejos de Gülgün aún resonaban en su mente. Su corazón dolía al pensar en Ferit, el hombre al que amaba profundamente pero que no podía tener. Cada vez que lo recordaba, sentía una calidez por los hermosos recuerdos, pero también una punzada de angustia por la cruda realidad: él no le pertenecía.
Esa noche, Pelin decidió escribir una carta de despedida para Ferit. Cada línea escrita fluía como lágrimas que no podían contenerse. En la carta, admitía su amor por él, pero también afirmaba que no quería ser la causa del sufrimiento de él ni de su familia. Pelin dobló la carta con manos temblorosas, pero con un corazón que se sentía más liviano. Sabía que alejarse no significaba dejar de amar, sino buscar la paz para ambos.
A la mañana siguiente, Pelin tomó un autobús y dejó la ciudad, llevándose consigo los recuerdos de Ferit como una parte importante de su corazón. Eligió comenzar de nuevo en un lugar lejano, donde las sombras del pasado no pudieran alcanzarla. Día tras día, intentó sanar las heridas de su corazón explorando nuevas experiencias, recordándose a sí misma que la vida continuaba.
Muchos años después, Pelin miraba hacia atrás en ese periodo con una sonrisa suave. El dolor se había convertido en un recuerdo, y las palabras de Gülgün de aquel entonces se habían hecho realidad. Pelin encontró a alguien que le ofreció un amor completo, sin conflictos ni sufrimientos. En sus ojos ahora había paz, un testimonio de que, a veces, dejar ir es el camino para encontrar la verdadera felicidad.