content2-3 minutes 12/5/2024
Pelin salió de la casa, la luz de la mañana iluminaba las calles vacías, pero su corazón ya no estaba tan pesado como antes. Sabía que se alejaba no solo de Ferit, sino también de un pasado oscuro que la había mantenido cautiva durante tantos años. Aunque su corazón estaba lleno de dolor, creía que esta era la única decisión correcta. Una nueva ciudad, una nueva vida, y la oportunidad de reencontrarse consigo misma era todo lo que necesitaba en ese momento. Ya no tenía fuerzas para soportar el control y la opresión que Ferit le imponía.
Al llegar a la estación de autobuses, Pelin sintió un poco de ansiedad recorrer su mente. Este era un paso grande y importante para ella, pero también sabía que no sería fácil dejar atrás su pasado. Se quedó esperando su autobús, mirando a su alrededor, esperando que todo comenzara de nuevo.
De repente, Ferit apareció, su rostro lleno de ira y desilusión. “¡Pelin!” gritó su nombre, con una voz llena de sufrimiento y enojo. “¡No puedes hacer esto! ¡No puedes irte así! ¡Es una traición!” Ferit avanzó hacia ella, con las manos extendidas, como si quisiera retenerla, como si quisiera mantenerla en su vida, aunque fuera un poco más.
Pelin se detuvo, sus ojos se fijaron en él, pero ya no había miedo ni dudas en su mirada. “No te estoy traicionando. Solo estoy haciendo lo correcto para mí,” dijo con voz firme. “Necesito irme, Ferit. Ya no puedo seguir viviendo así.”
En ese momento, Seyran, la amiga más cercana de Pelin, apareció detrás de ella. Miró a Ferit con una mirada llena de cautela y determinación. “Basta, Ferit,” dijo Seyran, sin vacilar. “Pelin ya ha decidido, y nadie puede cambiar eso. No tienes derecho a detenerla.”
Ferit se quedó paralizado, con los ojos abiertos de sorpresa y dolor. No podía entender la firmeza de Pelin, ni aceptar que ella lo dejara. Pero ante la determinación de Seyran, no pudo hacer nada más que ver cómo Pelin subía al autobús.
Cuando el autobús se alejó de la estación, Pelin miró por la ventana, sintiendo cómo la libertad la envolvía poco a poco. No volvió la vista atrás hacia Ferit, porque esta vez, ya no era necesario.