content2-2 minutes 11/26/2024
En el camino de regreso, Suna de repente sugirió: “Abidin, me gusta mucho la heladería cerca de mi casa. ¿Te gustaría probarla?” Su propuesta, tan simple pero llena de entusiasmo, sorprendió un poco a Abidin. Él no era una persona que solía salir con frecuencia, pero ante la alegría de Suna, no pudo rechazarla. Aunque algo tímido, asintió con la cabeza.
Cuando llegaron a la pequeña heladería, Suna eligió dos helados con una gran sonrisa: uno para ella con un sabor afrutado y otro de chocolate para Abidin. Sentados juntos bajo la luz cálida de las lámparas, el ambiente se volvió relajado y cercano. Al principio, su conversación giró en torno a Ferit y Seyran, pero poco a poco, Suna empezó a interesarse más por la vida de Abidin, por esas cosas que él rara vez compartía.
“Siempre vives por los demás. ¿Alguna vez piensas en ti mismo?” – preguntó Suna, con una mirada llena de preocupación. La pregunta hizo que Abidin se quedara pensativo por un momento. Miró su helado y luego respondió: “No lo sé. Pero quizás… esta noche sea una excepción.” Sonrió ligeramente, una sonrisa llena de significado.
Aunque no lo dijeron, ambos sintieron una conexión profunda esa noche. Solo con una simple salida a comer helado, sus corazones comenzaron a acercarse, de manera silenciosa pero significativa. Y en ese tranquilo espacio, Abidin se dio cuenta de que, a veces, los momentos más simples son los que generan los cambios más profundos en la vida.