content3-3 minutes 12/4/2024
Suna entró en la mansión de Ifakat con una sensación de extrañeza y abrumada por el lugar. Miró a su alrededor, el espacio vasto y lujoso la hizo sentirse como un grano de arena en medio del océano. Todo a su alrededor era desconocido para ella, desde los cuadros decorativos en las paredes hasta los muebles elegantes. Pero en medio de esa opulencia, Ifakat, el hombre que había irrumpido de forma inesperada en su vida, parecía ver algo en su interior que ella misma no reconocía.
Después de llevar a Suna a su nueva habitación, Ifakat abrió la puerta del armario y señaló suavemente los vestidos elegantes que estaban organizados con esmero. “Son hermosos, ¿verdad?” le preguntó con una voz suave. Suna vaciló, sus ojos no pudieron esconder su timidez y duda. Asintió con la cabeza, pero en su corazón sentía que algo faltaba. Then Ifakat continuó: “Pero todo esto es solo material. Lo que realmente importa es el respeto propio, y eso es algo que solo tú puedes construir desde dentro.”
Esas palabras fueron un golpe para Suna. No podía creer que una persona tan desconocida para ella pudiera entender tan bien lo que sentía. Antes de que pudiera comprender completamente el significado de lo que le había dicho, Ifakat se volvió hacia ella y le hizo una pregunta que la paralizó: “¿Qué sientes cuando te miras al espejo?” Esa pregunta fue un desafío que la dejó desconcertada. No pudo responder, sus ojos se bajaron y sus manos se apretaron sin darse cuenta, mientras un sentimiento de miedo y duda comenzaba a surgir en su interior.
En los días siguientes, Ifakat no la obligó a enfrentar su miedo de inmediato, pero siempre estuvo a su lado, paciente y comprensivo. No solo le dio consejos, sino que también le enseñó cómo enfrentarse a sí misma. Con pequeñas palabras de aliento, gestos de apoyo, y llevándola a enfrentarse al mundo, Ifakat la guió poco a poco para superar las barreras que ella misma había construido en su mente.
Finalmente, después de varios días de reflexión y cuestionamiento, Suna se encontró frente al espejo nuevamente. Esta vez, en lugar de apartar la vista, miró valientemente sus propios ojos. Las cicatrices emocionales ya no nublaban su visión. Ya no era la chica tímida de antes, sino una persona que estaba aprendiendo a amarse y confiar en sí misma. Y desde ese momento, Suna supo que nunca más volvería a la oscuridad del pasado, porque había encontrado una versión más fuerte de sí misma.