content3-4 minutes 12/1/2024
Begoña sintió su corazón romperse al mirar los ojos de Julia, esos ojos claros que ahora estaban llenos de desconfianza y dolor. Por primera vez en su vida, se dio cuenta de que sus acciones no solo habían destruido su relación con Andrés, sino que también habían lastimado a la persona que más amaba en este mundo: su hija. Todo lo que había construido se desmoronó en un instante.
Cuando todo salió a la luz, Begoña decidió cortar toda relación con Andrés, una decisión que no fue fácil, pero sabía que era lo correcto. No podía seguir viviendo en la mentira, no podía continuar con los secretos que dañaban a su familia. En los días siguientes, se dio cuenta de que su relación con Julia era todo para ella.
Las largas noches, Begoña se quedaba despierta, reflexionando sobre los errores que había cometido. No podía perdonarse a sí misma. Pero sabía que si no arreglaba las cosas, lo perdería todo. A la mañana siguiente, decidió enfrentarse a Jesús. Lo buscó, con los ojos llenos de lágrimas y arrepentimiento.
“Jesús, lo siento. Sé que he cometido un error y me arrepiento mucho. He dañado nuestra familia, y no puedo cambiar eso. Pero haré todo lo posible para enmendarlo, para proteger a esta familia. Te ruego que me perdones”, dijo Begoña entre sollozos.
Jesús estaba ahí, en silencio, mirándola. Aunque él también sufría, no podía perdonar tan fácilmente. Lo que Begoña había hecho no se podía borrar solo con palabras de disculpas. Necesitaba ver que ella realmente estaba dispuesta a cambiar, dispuesta a trabajar para reconstruir su familia.
“Puedes disculparte tantas veces como quieras, pero para sanar estas heridas, tienes que demostrar que vas a cambiar. Necesitamos ayuda, necesitamos encontrar la manera de superar todo esto. No puedo hacer esto solo. Tienes que unirte a mí y a Julia en un programa de terapia familiar. Solo cuando enfrentemos juntos el pasado y sanemos todas las heridas, nuestra familia podrá sobrevivir”, dijo Jesús con voz firme pero llena de determinación.
Begoña sintió un nudo en la garganta, pero entendió que esa era la única manera de salvar su familia. No podía esperar perdón inmediato, pero estaba dispuesta a hacer todo lo posible para recuperar la confianza de su esposo y su hija.
En los días siguientes, los tres comenzaron a asistir a las sesiones de terapia familiar. En cada sesión, Begoña se abrió, enfrentando sus errores y reconociendo el daño que había causado. Julia, aunque aún llena de dudas y dolor, comenzó lentamente a participar en el proceso de sanación. Jesús, con paciencia y determinación, trató de ayudar a la familia a superar las barreras que ellos mismos habían creado.
Este proceso no fue fácil. Las heridas no podían sanar de inmediato, pero con el tiempo, poco a poco, aprendieron a perdonarse y a reconstruir la confianza. Los tres se dieron cuenta de que, aunque no podían volver a los días anteriores, podían crear un futuro nuevo, donde el amor y la honestidad fueran la base sólida.