content2-3 minutes 11/26/2024
Fina estaba sentada en silencio en su pequeña habitación, con la mirada fija en la fotografía de su padre que estaba sobre la mesa. Recordaba los días tranquilos cuando su padre aún estaba a su lado, las cálidas conversaciones y el amor incondicional que él le brindaba. Pero ahora, después de su partida, Fina sentía que se encontraba perdida en un mundo sin su protección.
Desde la muerte de su padre, Santiago, un compañero de trabajo sincero y amable, se había convertido en el único apoyo que le quedaba. No solo era un compañero en el trabajo, sino también alguien dispuesto a escuchar sus pensamientos y sentimientos más profundos, aquellos que no podía compartir con nadie más. Cada vez que él estaba cerca, se sentía reconfortada, como si pudiera olvidar el dolor en su corazón. Sin embargo, Fina sabía perfectamente que lo que Santiago sentía por ella no era solo amistad. Él había desarrollado sentimientos románticos hacia ella, algo que ella no podía corresponder.
Recordaba claramente la mirada decepcionada de él cuando le dijo que solo podían ser amigos. Ese momento la hizo sentir como si su corazón se apretara. Sabía que Santiago era una persona sincera y que sus sentimientos no eran fáciles de manejar. Pero Fina no podía mentirse a sí misma. Su relación, aunque cercana, siempre había sido solo una amistad en su corazón, y no quería dar falsas esperanzas. Sabía que prolongar esa esperanza solo terminaría lastimando a los dos.
“Lo mejor es ser clara desde el principio,” se dijo a sí misma, tratando de ahogar el sentimiento de culpa que la invadía. Sabía que si seguían adelante sin aclarar sus sentimientos, solo podrían hacerse daño mutuamente. A pesar de eso, no podía evitar sentirse culpable por haber herido a Santiago.
Aunque había tomado su decisión, Fina no podía evitar el dolor en su pecho cada vez que pensaba en la mirada triste de Santiago. Sabía que había hecho lo correcto, pero aún así, cada vez que lo veía, sentía un dolor profundo en su corazón.