content2-3 minutes 11/26/2024
Joaquín se quedó inmóvil en su despacho, con la tenue luz iluminando su rostro pensativo. Su mano apretaba con fuerza el teléfono, mientras las palabras de Luis, su hermano y confidente, seguían resonando en su mente. La llamada acababa de terminar, pero la sensación de remordimiento no lo dejaba en paz. Luis siempre había sido la voz de la razón en su vida, pero esta vez, sus consejos eran como cuchillos que atravesaban su alma.
“Tienes que detenerte,” había dicho Luis con firmeza. “Eres un hombre casado. Si sigues así, destruirás todo.”
Joaquín sabía que Luis tenía razón. Se sentía culpable, pero cada vez que intentaba alejar a Miriam de su mente, su imagen regresaba con más fuerza. Miriam no era solo una colega. Ella hacía que Joaquín se sintiera vivo, despertaba emociones que hacía mucho tiempo había dejado de sentir en su matrimonio con Gema. Las conversaciones con Miriam, las miradas furtivas, sus sonrisas… todo en ella lo hacía olvidar su realidad.
Esa noche, Joaquín se sentó frente a Gema en la mesa del comedor. Ella permanecía tranquila como siempre, con una mirada serena pero distante, como si no supiera del torbellino de emociones que se agitaba en el interior de su esposo. Joaquín la observó, intentando recuperar los sentimientos que alguna vez los unieron, pero lo único que encontró fue un vacío inmenso. Gema no tenía la culpa; era una esposa dedicada, pero Joaquín sabía que era él quien estaba perdido.
Sabía que no podía seguir evadiendo la situación. Cualquiera que fuera su decisión, nada volvería a ser igual. Joaquín tenía que elegir: continuar con Miriam y arriesgarse a perder a su familia, o poner fin a todo para preservar la paz que una vez tuvo. Pero, ¿sería esa paz suficiente para llenar el vacío en su corazón?