content2-3 minutes 11/27/2024
Tasio estaba sentado en silencio en la habitación oscura, la luz tenue que entraba por la ventana apenas iluminaba las manchas en la mesa de madera vieja. Su mente era como un torbellino, arrastrando cualquier paz que quedaba. La culpa y la ansiedad lo envolvían sin cesar. El secreto que había guardado todo este tiempo ahora pendía sobre él como una espada afilada, lista para caer en cualquier momento. Sabía que había llegado el momento de enfrentar la verdad, de hablar con Andrés, la persona que había tratado de evitar desde que el secreto salió a la luz.
Andrés entró en la habitación, con la mirada penetrante, como si estuviera buscando algo oculto. El ambiente estaba cargado de tensión, como si el aire mismo estuviera a punto de romperse. Tasio levantó la cabeza, su voz temblorosa, como si cada palabra fuera un peso inmenso:
“Andrés, no solo somos amigos… somos hermanos. No sé por dónde empezar, pero esta verdad me ha estado atormentando todo este tiempo. No puedo seguir viviendo con ella sin decirlo.”
Andrés se quedó en silencio, sus ojos pasaron de la sorpresa a la ira. Apretó los puños, sus dedos se pusieron blancos de lo fuerte que los apretaba. Pero en lugar de estallar, solo suspiró profundamente, como si las palabras lo hubieran hundido aún más.
“¿Crees que esto puede arreglarlo todo? No, Tasio. Pero… no podemos elegir a nuestra familia, ¿verdad?” Las palabras de Andrés resonaron, graves y llenas de emoción, y aunque la culpa seguía pesando sobre Tasio, algo en él se aligeró.
Sin embargo, Tasio sabía que, para reconstruir su relación, una simple confesión no sería suficiente. Habían sido hermanos, y ahora, con esta verdad, nada volvería a ser igual. Pero al menos ya no tenía que seguir ocultando. Había sido valiente al enfrentar la situación, y ahora lo que quedaba era reconstruir la confianza que se había roto.