Begoña se encontraba frente a la puerta de madera desgastada, sus ojos llenos de tristeza miraban la casa donde había vivido hermosos recuerdos. Su mano apretaba la carta, cada palabra como una cuchillada en su corazón. Sabía que esta decisión era lo mejor para Julia, su pequeña hija, pero su corazón no podía dejar de estar herido. “Julia necesita un ambiente estable, y tú también necesitas tiempo para encontrarte a ti mismo,” murmuró Begoña, con la voz quebrada. Recordó los días felices con Andrés, las sonrisas, las lágrimas, todo como una película que se reproducía lentamente en su mente. Pero la vida no siempre es color de rosa, y a veces, para proteger a los que amas, debes tomar decisiones dolorosas.

Con una determinación firme, Begoña dejó la carta sobre la mesa y salió silenciosamente de la casa. Llevaba consigo a Julia, su pequeña hija, en su corazón. Las dos comenzaron una nueva vida, una vida sin Andrés, pero llena de esperanza. Mientras tanto, Andrés estaba sentado solo en la casa vacía, sosteniendo con fuerza la carta de Begoña. Cada palabra era como una puñalada en su corazón. Perder a Begoña y a Julia al mismo tiempo lo hacía sentir como si estuviera cayendo al abismo. El dolor desgarraba su alma, y no podía hacer nada más que recurrir al alcohol para olvidar la cruda realidad. Día tras día, Andrés se sumergía en el alcohol, tratando de encontrar consuelo. Iba de bar en bar, pero el dolor nunca desaparecía. El alcohol solo empeoraba las cosas, lo volvía irritable, solitario y perdido.

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Un día, al despertar de una noche de borrachera, Andrés vio la foto de Begoña y Julia sobre la mesa. La mirada de Begoña en la foto parecía atravesar su alma. Fue entonces cuando se dio cuenta de que el alcohol no podía sanar sus heridas. Necesitaba cambiar, necesitaba encontrarse a sí mismo. Con la ayuda de sus amigos y familiares, Andrés comenzó a dejar el alcohol. El proceso fue extremadamente difícil, pero perseveró y lo superó. Después de haberlo logrado, Andrés decidió buscar a Begoña y Julia. Quería disculparse y tener la oportunidad de corregir sus errores. Sin embargo, cuando llegó a la casa de Begoña, Andrés se dio cuenta de que todo había cambiado mucho. Begoña había construido una nueva vida para ella y Julia. Ella lo había perdonado, pero también le dijo que el pasado no podía volver. Andrés entendió que debía aceptar la realidad. No podía regresar al pasado, pero sí podía cambiar el futuro. Decidió vivir una vida más significativa, para no decepcionar a las personas que lo querían.