content2-3 minutes 12/1/2024
Jesús siempre creyó que aclarar las cosas era la única forma de resolver los problemas complicados de la vida. Y esta vez, estaba decidido a enfrentar el secreto entre Begoña y Andrés, dos personas en las que había confiado durante tantos años. Ya no podía soportar la duda. Por más doloroso que fuera, la verdad debía salir a la luz.
Una tarde, Jesús llevó a Julia al apartamento donde Begoña y Andrés solían encontrarse, un lugar que él había considerado como un refugio de recuerdos hermosos. Sin embargo, cuando entraron, Julia fue testigo de una escena que nunca habría imaginado. Susurros, miradas furtivas y la frialdad entre Begoña y Andrés, todo revelaba una relación que ella desconocía por completo.
Julia se quedó quieta, sin poder entender lo que veía. Sintió un dolor profundo, una pérdida que nadie podría haber preparado. Todo se desplomó ante sus ojos. Begoña, la madre a quien ella amaba y respetaba, ahora se convertía en una extraña para ella.
Durante todo el camino de regreso, Julia no dijo una palabra. Solo se escuchaban los ruidos del coche y las lágrimas que caían silenciosamente de sus ojos, como si estuvieran cargadas de preguntas sin respuesta. Ambos, padre e hija, permanecieron en silencio, sin saber qué decir, sin saber cómo aliviar el dolor que ambos compartían.
Cuando llegaron a casa, Julia miró a los ojos de Jesús, sus ojos llenos de lágrimas, como si quisiera preguntarle algo que no podía decir en voz alta. Finalmente, en medio de su dolor, habló:
“Papá, ¿por qué mamá hizo esto con nosotros?”
La pregunta era simple, pero tan dolorosa que Jesús no pudo responder. Miró los ojos de su hija, viendo la decepción y el daño que ella no podía comprender. Jesús no tenía palabras, no había manera de mitigar el sufrimiento de Julia.
Ambos se sumieron en un silencio profundo. La preocupación y la tristeza los envolvieron. Jesús no podía imaginar cómo sería el futuro si Julia ya no veía a su madre con los mismos ojos de amor que antes. ¿Sería posible restaurar el amor y la confianza? ¿O acaso todo ya era demasiado tarde?