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Ferit, agotado por las tensiones que lo rodeaban, tomó una decisión irrevocable en el capítulo 13 de ‘Una nueva vida’: no pensaba regresar a casa. Con voz firme y mirada perdida, le pidió a Pelin que se refugiaran en la casa de campo mientras resolvía su próximo destino. Finalmente, el joven, con el peso de su decisión en cada palabra, confesó su intención de volver a Nueva York: “Me voy en el primer vuelo de mañana; mereces a alguien mejor”. Estas palabras desgarraron a Pelin, quien, sumida en la desesperación, tramó una decisión drástica para impedir su partida en ‘Una nueva vida‘.

Mientras tanto, en la mansión Korhan, Kazim irrumpió furioso, decidido a llevarse a sus hijas. Frente a Halis, lanzó una acusación que resonó como un trueno en la estancia. El estallido culminó con una bofetada a Seyran, quien, entre lágrimas, fue obligada a abandonar la casa. Pero las palabras de Kazim no cayeron en oídos sordos; hirieron el orgullo de Halis, quien, rojo de ira, lo expulsó con un rugido.

Seyran no quería perder a Ferit en ‘Una nueva vida’

De vuelta a su hogar, Kazim encerró a sus hijas en una habitación, dejando marcas no solo en su piel, sino en sus almas. Al otro lado de la puerta, los sollozos de su madre, Esme, resonaban impotentes. Cuando la noche tendió su manto, Esme aprovechó el sueño profundo de su marido para deslizarse en silencio hasta sus hijas, llevándoles agua y algo de comida. Fue entonces cuando Seyran, con el corazón en un puño, recibió un mensaje inesperado de Pelin: Ferit planeaba dejarlo todo e irse a Estados Unidos. La noticia encendió una chispa de determinación en la joven, quien, al amanecer, escapó del encierro y convenció a Yusuf para que la llevara al aeropuerto.

Pelin observó el beso desde la distancia en ‘Una nueva vida’

En el aeropuerto, Seyran alcanzó a Ferit justo antes de que subiera al avión. Lo confrontó, entre lágrimas, rogándole que no se marchara, que no abandonara a su familia. Pero Ferit, cansado y desilusionado, fue implacable. En un último intento por retenerlo, Seyran lo besó con desesperación, un gesto cargado de pasión y súplica. Pero incluso ese beso, observado por Pelin y Yusuf desde la distancia, no logró cambiar la decisión de Ferit.

Él tomó su maleta y cruzó la puerta de embarque, dejando atrás un torbellino de emociones. De vuelta en la mansión, Halis, atormentado por los conflictos y las tensiones acumuladas, sufrió un amago de infarto. La casa, ahora un reflejo de la desolación de su patriarca, se convirtió en el escenario de una nueva crisis, mientras la vida de todos se desmoronaba como un castillo de naipes.