content3-3 minutes 11/25/2024
Petra estaba sentada en su pequeña oficina en La Promesa, su mirada reflejaba una creciente inquietud. La noticia de que Don Rómulo y Doña Pía podrían regresar pronto se había esparcido rápidamente, trayendo consigo rumores sobre un posible cambio en la gestión de la hacienda. La posición que Petra había trabajado tanto para ganar, junto con el poder y respeto que había acumulado, ahora se veía amenazada.
La preocupación pronto se transformó en determinación. Petra sabía que si quería mantener su puesto, tendría que actuar. “Nadie puede reemplazarme”, se dijo a sí misma, con una mirada que denotaba astucia.
Petra comenzó con lo que mejor sabía hacer: difundir rumores discretamente dentro de la hacienda. Con gran astucia, susurró a algunos empleados que Don Rómulo estaba enfrentando problemas financieros y que Doña Pía ya no tenía la energía suficiente para manejar la hacienda. Estos relatos comenzaron a circular rápidamente, sembrando dudas e inestabilidad entre todos.
“Necesitamos a alguien estable como la señora Petra”, comentó uno de los jardineros. “Ella ha mantenido La Promesa funcionando sin problemas todo este tiempo”. Petra escuchó esas palabras con una sonrisa de satisfacción.
Sin embargo, solo difundir rumores no era suficiente. Petra sabía que eran los Marqueses Felipe y Teresa, los verdaderos dueños de La Promesa, quienes tenían la última palabra. Durante varias conversaciones con ellos, Petra aprovechó la oportunidad para resaltar sus logros en la administración de la hacienda.
“Señor Marqués,” le dijo a Felipe con voz firme y sincera, “he trabajado arduamente para mantener todo estable. Los empleados confían en mí, y creo que La Promesa no necesita ningún cambio”.
Teresa, aunque no estaba completamente de acuerdo, tuvo que reconocer que Petra había hecho bien su trabajo. Sin embargo, en sus ojos brillaba la duda, y no parecía fácil de convencer.
Cuando Petra pensaba que todo iba por el buen camino, llegó una carta de Don Rómulo, confirmando que él y Doña Pía regresarán muy pronto. Esta noticia fue como un golpe directo a sus esperanzas.
Sin embargo, Petra no se dejó desanimar. “Si regresan, les mostraré que soy la única que merece este puesto”, se dijo, animándose a sí misma. Pero en lo más profundo de su corazón, Petra sabía que sus intrigas y planes podrían volverse en su contra en cualquier momento.
La Promesa se preparaba para una nueva tormenta, y Petra, aunque decidida a mantener su poder, comprendía que esta lucha no sería fácil.