Alejandro Albarracín llega a Sueños de libertad para interpretar a Pelayo Olivares, un hombre ambicioso con un objetivo claro: triunfar en la política sin mirar atrás. Este personaje, con sus decisiones calculadas y carácter determinante, añadirá tensión a las relaciones entre los protagonistas y alterará la trama en más de un sentido.

Pelayo no encaja en el perfil del villano tradicional, pero sus acciones llenas de estrategia desencadenarán cambios significativos. Entre ellos, su influencia amenaza con tambalear la conexión entre Marta y Fina, encarnadas por Marta Belmonte y Alba Brunet. Lo que parecía una amistad inquebrantable podría verse en peligro. Albarracín asegura que Pelayo no busca el conflicto, pero su ambición inevitablemente genera enfrentamientos.

Una carrera nacida de la pasión

Alejandro Albarracín descubrió su vocación gracias al apoyo de una prima, quien lo animó a formar parte de un grupo de teatro escolar. Este primer paso lo llevó a inscribirse en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD), donde encontró su camino profesional. Desde entonces, ha trabajado con determinación para construir una trayectoria marcada por la diversidad de sus personajes.

Su rostro se hizo conocido en los años 2000, destacando en producciones como Gavilanes, una adaptación de la famosa telenovela Pasión de gavilanes, y en Tierra de lobos, un drama ambientado en un Viejo Oeste lleno de emociones intensas y secretos. En ambas series, Albarracín demostró una capacidad excepcional para conectar con el público y transmitir emociones profundas.

Una incorporación que eleva la serie

La llegada de Pelayo Olivares a Sueños de libertad supone un punto de inflexión en la trama. Albarracín ofrece una interpretación que no solo agrega intriga, sino que también eleva el nivel emocional de la serie. Su habilidad para crear personajes auténticos hace que Pelayo se convierta en un elemento indispensable en esta nueva etapa.

Con este papel, Albarracín consolida su reputación como uno de los actores más destacados del panorama televisivo, demostrando una vez más que cada proyecto suyo deja una huella imborrable.