Julián Herrero7-8 minutes 12/26/2024
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No se ha ido y ya está de vuelta. Recién terminada la gira de ‘Vania x Vania’ (inquilina, por derecho propio, en todas las listas de “mejores estrenos de 2024”), Pablo Remón regresa con un clásico de la casa, ‘Barbados 2022’, la pieza que renovó a los cinco años de estrenarla (eso sí, con otro título) y que repite en Condeduque, Madrid.
Le pillamos “trabajando un poquito”, dice. “Engrasando” la maquinaria tras varios años de parón de la obra. Fernanda Orazi y Emilio Tomé vuelven a ponerse en la piel de esta ambigua pareja que se adueña del texto a través de sus pequeñas historias. “Si las obras suceden en la cabeza del espectador”, defiende el dramaturgo, “en este caso, mucho más”, asegura de esta “invitación a imaginar”.
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“El teatro surge de las zonas grises del pensamiento”Pablo Remón
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–De nuevo ‘Barbados’, ¿pero seguimos en aquel 2022 o se ha apoderado de la función este 2024?
–No cambia nada, aunque la obra esté abierta a todo. El tiempo les hace cosas a los textos, les afecta.
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–¿En qué?
–En la manera de interpretar. Fernanda y Emilio traen todo lo que les va ocurriendo en sus vidas: una, ahora con las direcciones; y otro, trabajando con Messiez. Hemos trabajado tanto juntos que hay mil cosas que nos evitamos repetir. Vamos rápido.
–Ahora que ha “llegado” Jon Fosse a Madrid [al Teatro Español], ¿se puede decir que comparte lenguaje con ‘Viento fuerte’?
–Ambas tienen esa parte ambigua y de memoria. Estás en la obra y te acuerdas de partes de otras.
–¿2024 ha sido buen año?
–Apasionante. La gira de ‘Vania x Vania’ ha sido larga, pero fantástica.
–Cada bolo valía por dos…
–Es de esas cosas que no sabes cuándo vas a poder hacer otra igual por el tamaño y la calidad de los actores.
–¿De qué depende que estrene un texto propio o un clásico (‘Doña Rosita’, ‘Vania’…)?
–Llega un punto en el que no distingo entre uno y otro. Es intuitivo. Coges ‘Tío Vania’ porque hay mil cosas que te funcionan. Para levantar un espectáculo lo tengo que hacer personal; lo tengo que ver como algo mío. Me olvido de Chéjov y si necesito tocar algo, lo toco. Se produce la paradoja de que, como tengo el escudo de Lorca o de Chéjov, termino siendo más personal que con una obra mía.
“Que una obra de teatro no cambia el mundo es una obviedad”Pablo Remón
–¿Cómo sentaron en el equipo las denuncias contra Juan Codina?
–Fue muy complicado. El tema es desagradable. No quise casi ni hablar en su momento porque no tenía mucha información y no sabía abordarlo. Fue difícil y pensamos si suspender o seguir. Ninguna decisión era correcta, pero al final entendimos que la obra decía seguir viva y estoy contento por ello. El teatro tiene una vida por encima de nosotros. De repente, todo se resignificó. E igual nos pasó con la dana de Valencia: hay partes de Chéjov o reescritas por mí que ya hablaban de cambio climático y de inundaciones que están por venir… Nos vimos en Alicante diciendo “quiero inundaciones” o “quiero catástrofes”. El teatro tiene ese peligro, uno escribe y no sabe lo que provoca.
–En 2022 confesaba que sabía poco o nada de Barbados. ¿Ya sabe algo más?
–Sigo igual, que Rihanna, que ni la conozco muy bien, es de allí y que es una isla. La palabra es muy sugerente, me trae un mundo fantasioso de vacaciones, como un lugar fuera de este mundo. Luego, en la obra no significa tanto, es un punto de fuga. Es de esas cosas que solo tiene significado dentro de una pareja.
–¿Sigue con la amenaza de remozarlo en 2027?
–No quiero ponerme fecha en el calendario porque me vuelvo loco, aunque sé que es una obra que no está agotada. La escucho y encuentro huecos por los que podría expandirse. No sé si en 2027, pero me apetece volver a cogerla. Es un tipo de escritura más abierta.
“Los discursos de hoy son simplones y no dejan espacio a la imaginación”Pablo Remón
–¿Lo siente como un texto especial?
–Pero porque no se termina nunca. En otras piezas sí he tenido la sensación de foto fija, aquí no. Tiene mucho de misterio y no tengo la sensación de tenerla dominada. Es más ambigua. Cambia mucho de una cabeza a otra, que es un rasgo del propio teatro, aunque aquí está muy potenciado.
–Si ‘Barbados’ ha tenido, al menos, dos vidas, ¿cuántas ha tenido usted?
–[Resopla]. Varias. Profesionalmente, tengo la sensación de haber vivido una segunda cuando empecé a hacer teatro, una cosa que no me había planteado. Ahí me inventé una nueva. Fue intuición sin una idea preconcebida. Es bonito. No había pretensión y sí tenía pasión; y el enamoramiento me llevó de una obra a otra.
–’Barbados’ invita a imaginar, ¿nos falta imaginación a día de hoy?
–Vivimos en un momento en el que todo es más literal. Los discursos y las opiniones son muy directos, muy simplones, dejan poco espacio a la imaginación. Hay menos espacio para la ambigüedad y las zonas grises, y es ahí donde sucede el teatro, el arte. La gracia de la ficción es buscar lo complejo, el matiz.
–¿El teatro puede cambiar el mundo o eso es una chorrada?
–Yo desconfío de los discursos. No me interesa ese teatro. Lo respeto, pero no es mi motivo para estar aquí. La ficción sí puede cambiar la conciencia de uno y es más que suficiente. Que el mundo no se cambia con una obra de teatro es una obviedad. Es banal y peligroso. Hacer teatro no es banal.
“No me interesa el teatro con discurso”Pablo Remón
–¿Qué queda en usted de ‘La abducción de Luis Guzmán’ que estrenó hace más de una década?
–Aquello no podía ser más “amateur”. Intento volver a ese lugar en el que no sé muy bien qué hago, pero quiero hacerlo. Ojalá pueda mantenerme porque es el lugar más bonito; es puro placer y ‘Barbados’ me trae eso, una obra pequeña hecha desde el amor.
–¿Cómo reparte el tiempo entre lo audiovisual y el teatro?
–[Vuelve a resoplar] Me centro en lo que va con más retraso. Me salvan las fechas de entrega. Siempre voy tarde. Dejo todo para el final por una disposición vital. Estoy entregado al teatro, pero el audiovisual me atrae mucho.
–Es un buen procrastinador…
–El truco es poder engañarte y, cuando estás procrastinando con una, ponerte con otra cosa. Es un engaño a mí mismo, es como huir del deber. La escritura se lleva muy mal con el deber. Soy caótico.
–¿Se contaminan unas obras de otras?
–Muchas no salen y otras se juntan. Es como un huerto al que llegas y las lechugas se han muerto, pero, de pronto, los calabacines están muy grandes.
- Dónde: Condeduque, Madrid. Cuándo: hasta el 5 de enero. Cuánto: desde 18 euros.