content2-2 minutes 11/29/2024
Fina estaba concentrada trabajando en la tienda cuando la tranquilidad de la tarde se vio interrumpida por la puerta que se abrió. Alzó la vista y vio a Santiago de pie allí, con un olor a alcohol que se desprendía de él. Sus ojos estaban borrosos, pero su mirada era firme, como si no pudiera entender por qué todo había terminado así. Fina se sobresaltó, su corazón latía rápidamente al darse cuenta de que él se acercaba.
Santiago caminó hacia ella, su voz era entrecortada pero llena de desesperación:
“¿Por qué no puedo ser yo? ¿Por qué no me das una oportunidad? ¡No lo entiendo!”
Fina retrocedió, sus ojos llenos de preocupación, tratando de mantener la distancia. No podía dejar que se acercara más, temía que si lo hacía, su ira estallaría de nuevo.
“Ya te lo he dicho, Santiago. Solo te considero un amigo, nada más. No puedes obligarme a cambiar de opinión,” respondió, con la voz temblorosa pero firme. Sin embargo, Santiago no iba a rendirse. Empezó a hablar más alto, criticándola por no entenderlo, diciendo que ella lo rechazaba porque ya tenía novio. Sus palabras como olas furiosas golpeaban la mente de Fina, haciéndola sentir miedo ante su ira incontrolable.
Cuando Santiago intentó dar otro paso hacia ella, se escucharon unos pasos rápidos desde atrás. Otro empleado entró apresurado, exigiendo que se fuera inmediatamente. Fina, aún temblando, trató de mantener la calma, pero en su interior sentía que su seguridad estaba siendo amenazada. Suspió aliviada cuando vio que Santiago vacilaba y finalmente salía de la tienda, pero su figura seguía persiguiéndola, como si el peligro aún estuviera presente.